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Reavivamiento, Reforma y Restauración



Reavivamiento, Reforma y Restauración

Desde una óptica sociológica el avivamiento puede definirse como un despertamiento a una forma particular de espiritualidad.
En términos restrictivos, para nosotros los cristianos, un avivamiento seria el despertamiento que Dios produce en sus escogidos para que reciban vida espiritual. La Escritura dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo… Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús... Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, par a que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras (Ef. 2:1-10). Esta obra del Espíritu es llamada a veces vivificación. Lo que aquí se llama vivificar o dar vida es lo que en otros lugares se llama nuevo nacimiento, recreación, reavivamiento o regeneración. “El término regeneración, como sugiere la palabra, indica un "generar de nuevo". Generar significa hacer ocurrir o comenzar. Pensamos en el primer libro de la Biblia, el libro de los principios, que es llamado Génesis. El prefijo “re” significa simplemente "de nuevo". Por tanto, la palabra regeneración significa comenzar algo de nuevo. Es el nuevo principio de vida lo que nos interesa aquí, el principio de la vida espiritual. Notamos que esta imagen de la vida se contrasta con una imagen de la muerte. El hombre caído es descrito aquí como estando "muerto en pecado". Para que alguien que está muerto a las cosas de Dios viva para Dios, se debe hacer algo a él y para él. Los muertos no pueden vivir por sí mismos. Los muertos no pueden crear vida espiritual dentro de sí mismos. Pablo deja completamente claro aquí que es Dios quien hace vivir. Es Dios quien nos vivifica de la muerte espiritual” (R. C. Sproul). Juan Calvino, dijo: “Yo entiendo (la palabra) regeneración, (como) la única meta… la cual es formar en nosotros una nueva imagen de Dios, la cual fue ensuciada, y del todo eliminada por la transgresión de Adán". Por lo tanto, el acto de dar vida espiritual se llamará nuevo nacimiento, regeneración, recreación o avivamiento.

REAVIVAMIENTO

Esta idea de “volver a dar vida” o “reavivar” también es aplicada a la Iglesia del Señor. La Biblia y la historia nos dan evidencia que la Iglesia de Cristo ha pasado por momentos de relajo espiritual. Tal es el caso de la edad media o época oscurantista, donde la iglesia apostató de su fe. O el actual sistema liberal de las iglesias protestantes en Europa y Estados Unidos, donde bendicen matrimonios homosexuales celebrados por pastores homosexuales. Ante estas situaciones degradantes y apóstatas de la Iglesia, El Señor siempre se ha guardado un remanente fiel que ha levantado una voz profética denunciando la inmoralidad y relajo espiritual de la iglesia y el mundo. Muchas veces este remanente fiel ha salido victorioso, trayendo arrepentimiento dentro de la misma iglesia y convirtiendo a miles de personas a Cristo. Ejemplos de esto tenemos muchos, Dios levantó a Martín Lutero y Juan Calvino para que reavivaran a la iglesia de la edad media y se levantara un avivamiento de proporciones nunca antes vistas; Dios también usó en el siglo dieciocho a los teólogos y predicadores calvinistas Jonathan Edwards y Jorge Whitefield para iniciar el avivamiento llamado “El Gran Despertar”, un movimiento que cambió el corazón de las iglesias americanas y la faz de la vida de América. Alguien definió el reavivamiento como “una recuperación del testimonio del Señor en una generación dada. El efecto resultante de una Iglesia avivada sobre la sociedad con gran cantidad de personas siendo convertidas se designa como avivamiento espiritual”

REFORMA

Pero el gran problema es que la Iglesia no ha sabido sacar ventaja de estos “tiempos de refrigerio” o reavivamiento que Dios nos ha enviado. Hemos sido como odres viejas que no pueden contener el vino nuevo y al final reventamos y desperdiciamos todo lo que Dios nos ha enviado. Generalmente cuando la gente pide por un avivamiento en seguida les pregunto: “¿y para que quieres avivamiento?” Muchos de ellos me quedan mirando con ojos de horror (como si yo no quisiera un avivamiento) para enseguida darme una larga lista de experiencias que ellos desean vivir con Dios. No niego que sus intenciones sean sinceras, pero creo que no saben lo que piden, ni para que lo piden. Muchos de sus argumentos son para tener ciertas experiencias como la búsqueda de paz personal, nuevas aproximaciones con Dios, nuevas formas de sentir al Espíritu Santo o la bien conocida frase de “recibir más poder”. En resumen, solo énfasis en experiencias subjetivas. Un avivamiento así no tiene más que ofrecer que una experiencia puramente personal, emotiva y subjetiva. De hecho, buscando ser de bendición se halla a menudo en peligro de no tener nada que decir al hombre moderno que necesita urgentemente a Cristo.
El avivamiento contemporáneo es socialmente irrelevante debido a su base centrípeta y no centrifuga. Ciertamente no hay nada inherentemente malo con que la gente se emocione acerca de Dios, y que cada Cristiano ore por mas gracia reflejada en hermosas manifestaciones espirituales. Pero reavivamiento sin reforma es simplemente una agitación de las emociones, las que rápidamente pasan con el tiempo. Estados Unidos, Argentina y Centro América han experimentado una casi ininterrumpida serie de avivamientos en estas últimas décadas y el resultado ha sido “una fe diluida, familias insanas, una iglesia irrelevante, y países sin temor de Dios”. Muchos reavivamientos hoy día son como la “nueva” de buenas y malas noticias: ¡La buena noticia es que estamos pasando un gran tiempo! Y la mala noticia es que seguimos mal.
Un reavivamiento, sin la reforma de las vidas personales, las familias, las iglesias y las naciones, es simplemente una altura emocional pasajera, no muy diferente a un drogadicto consumiendo su dosis del día. Se puede sentir tremendo por un momento, pero eventualmente el dolor regresa y necesita otra dosis solo para mantenerse nivelado. En resumen, hasta el momento podríamos decir que un reavivamiento debe dar inicio a una segunda etapa, esa es la Reforma. Y podemos definir la Reforma como “el efecto correspondiente de un reavivamiento espiritual en una sociedad particular. Ocurren grandes reformas sociales debido al poder santificador de una Iglesia reavivada actuando como una redentora de su cultura.”



RESTAURACIÓN
Cuando llega la reforma, la iglesia estará preparada para comenzar una restauración de todos aquellos valores que el Reino de Cristo anuncia. La reforma trae de forma mediata la restauración del Reino. Esta visión de restauración no es incompatible con la escritura, sino que ella misma, nuestras confesiones de fe reformadas y la historia nos impulsan a orar y trabajar por la restauración plena del Reino de Dios en la Tierra. Ejemplo:
El Catecismo Mayor, en la respuesta número 190, declara que la petición de la Oración del Señor, “Santificado sea tu Nombre,” requiere que el Cristiano ore pidiendo que Dios impida y elimine al ateísmo, la idolatría, la profanidad y cualquier cosa que le deshonre; y, por su providencia (por la cual puede anular las disposiciones y argumentos de sus enemigos) dirija y disponga de todas las cosas para su propia gloria. La respuesta número 191 del Catecismo Mayor declara que la petición de la Oración del Señor, “Venga tu reino,” obliga a los cristianos a Orar (pidiendo) que el reino del pecado y de Satanás pueda ser destruido, el evangelio propagado a través de todo el mundo, los judíos llamados, (y) que se produzca la plenitud de los Gentiles. De manera similar, el Catecismo de Heidelberg en la pregunta 123 declara: “Venga tu reino; es decir: Destruye las obras del diablo y todo poder que se levante contra Ti, lo mismo que todos los consejos que se toman contra tu Palabra, hasta que la plenitud de tu reino venga, cuando Tú serás todo en todos.”
Cuando los primeros misioneros del cristianismo se aventuraron dentro de los demonizados territorios de nuestros antepasados paganos, no tenían la más ligera intención de llevar una coexistencia pacífica con los hechiceros y sus aterradoras deidades. Cuando San Bonifacio, en su misión a los germanos paganos, se acercó al roble sagrado de Thor, simplemente lo derribó a hachazos y construyó una capilla con la madera. Miles de adoradores de Thor, al ver que su dios no había herido a San Bonifacio con un rayo, se convirtieron al cristianismo allí mismo. En cuanto a San Bonifacio, quedó imperturbable por el incidente. Sabía que había un solo Dios verdadero del trueno, el Jehová Trino. (David Chilton)
Esto significa que un día una mayoría lo suficientemente grande e influyente será salva de manera que el Cristianismo va a ganar universalmente las guerras culturales a través de medios espirituales (Mat. 12:28-29; Lucas 11:20-22; Sal. 110:1 y 1 Corintios 15:25). Así pues la restauración espera la expansión gradual y progresiva del reino de Cristo en el tiempo y sobre la tierra (Salmo 2, 22, 72, 110; Juan 1:29; 3:17; 12:31-32). Esta restauración sucederá por medio del ministerio todo abarcador de la Palabra, la oración ferviente y llena de fe, y las labores consagradas de su pueblo lleno del Espíritu Santo (Isaías 2:1-4; 11:9; 65:17-25) El resultado será una larga era de desarrollo espiritual, una paz global, y las bendiciones pactales sobre la tierra antes de que Cristo regrese. Así que habrá una Era Dorada que preceda a la Segunda Venida (Daniel 2:31-45; 7:13-14; Ezequiel 17:22-24; 47:1-9).
En conclusión un reavivamiento debería producir reformas en la sociedad, cuyo único fin será traer la restauración del Reino de Dios en la tierra.
¿Para que quieres avivamiento?

"para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados"
Hechos. 26: 18