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CHRISTUS VINCIT !!!!!



Escatología de la Victoria V/S


Escatología de la Derrota

“La escatología es la doctrina de las últimas cosas, pero también es la doctrina de las primeras cosas porque tiene que ver con la meta de la historia”. Forzosamente, nuestras metas determinarán nuestra forma de actuar. Las metas específicas nos motivan. Si nosotros creemos que la meta principal y final de la vida cristiana es el cielo, o la salvación de nuestras “almas”, seremos indiferentes ante la historia y el mundo que nos rodea. La clase de fe que tenemos rige la totalidad de nuestras vidas y nuestra total perspectiva. Cómo consideremos a Dios y a Cristo determinará cómo nos consideremos nosotros mismos, nuestra vocación y el final de los tiempos.
Todos los hombres hablan y escriben desde una determinada perspectiva: Vemos el mundo, las cosas, la historia y el conocimiento en términos de creencias, y estas creencias determinarán fundamentalmente nuestro compromiso con el mundo, las cosas, la historia y el conocimiento. Nuestra perspectiva siempre está condicionada por nuestras presuposiciones religiosas. Una vez que adoptamos una posición, tiene ciertas consecuencias lógicas y también inferencias muy prácticas para nuestras vidas. Si yo creo que Cristo pronto me raptará de este mundo maligno, esto tendrá un efecto práctico en mí vida, muy diferente de una creencia de que yo veré que el mundo se convertirá en un mundo mejor donde el reino de Dios se extenderá de manera amplia y dominante. Nuevamente, si yo creo que el mundo verá el triunfo progresivo del pueblo de Cristo hasta que todo el mundo sea cristiano y se revele una gloriosa era material y espiritual, yo me motivaré en forma muy diferente a un creyente dispensacionalista que piensa que este mundo le pertenece a Satanás y que va derecho a las garras del anticristo. Las escatologías que creamos determinarán una diferencia muy grande en cómo contemplamos el mundo y nuestra labor y futuro en el mismo. Se dice que en Chile hay tres millones de personas que se confiesan cristianos evangélicos, es decir, que han recibido a Cristo como Señor y Salvador. Si esta gente cree que el final está cerca y que el rapto, el anticristo y la gran tribulación están a la vuelta de la esquina, su impacto en Chile y el mundo será (y es) muy diferente del de aquellos tres millones que creen que conquistarán el mundo. En un enfoque, el pueblo se prepara para escapar del mundo y, en lo posible, “convertir” al máximo de “almas” antes de ser “raptados”. En la otra, se preparan para dominar por medio de la Palabra el mundo y hacer valer los “Derechos de Corona del Rey Jesús”.
Pesimismo: El problema es que la vasta mayoría de los evangélicos han creído que las cosas empeorarán progresivamente en casi todas las áreas de la vida hasta que Cristo regrese. Esta posición pesimista y derrotista de la historia recibe el nombre de dispensacionalismo. Los dispensacionalistas creen que Jesús establecerá un reino terrenal visible, con Cristo a la cabeza, presente en cuerpo y que durará mil años literales. Ellos no creen que Cristo Reina actualmente, sino que es Satanás quien gobierna y dirige este mundo. Creen que la iglesia está solo para “rescatar almas” del infierno pero llegara un punto en que deberá ser “raptada” de la tierra porque el mundo caerá más y más bajo el dominio de Satanás. Esta escatología enseña la derrota terrenal de la iglesia de Cristo antes de su Segunda Venida. Un problema con esta perspectiva es que, cuando llegan las derrotas predecibles, los cristianos tienen un incentivo teológico para encogerse de hombros y decirse a sí mismos: "Así es la vida. Así es como Dios profetizó que ocurriría. Las cosas están empeorando". Leen los amarillistas y sensacionalistas titulares de los diarios, y piensan para sus adentros: "El rapto de la Iglesia está a las puertas". La fortaleza interior que la gente necesita para recuperarse de las derrotas externas normales de la vida es socavada por una teología que predica la inevitable derrota terrenal de la iglesia de Jesucristo. La gente piensa para sus adentros: "Si ni siquiera la santa iglesia de Dios puede triunfar, entonces, ¿cómo puedo yo esperar triunfar?" Por consiguiente, los cristianos se convierten en los cautivos psicológicos de los encabezamientos pesimistas diseñados para vender los periódicos.
Esta escatología parte por una falsa suposición: la inevitable derrota en la historia de la iglesia de Cristo por las fuerzas terrenales de Satanás. Esta doctrina es satánica en forma y contenido, ya que está a favor de la impotencia histórica y la irrelevancia cultural de la obra de Cristo en el Calvario. Esto es lo que los dispensacionalistas predican, el escapismo, la irrelevancia y la cobardía. Ellos nunca se propusieron cambiar la civilización. Sólo se proponían escapar de lo que consideraban como las características “más desagradables de la civilización moderna”, cosas tales como el licor, el cine, y los bailes sociales. Es tanta la esquizofrenia de los dispensacionalistas y los fundamentalistas que Rousas Rushdoony dijo: “He dicho a menudo que si los anti-abortistas difundieran el rumor de que el abortista local daba un vaso de cerveza a cada mujer para calmarle los nervios después del aborto, la mitad de los fundamentalistas del pueblo estarían en las filas de los manifestantes en frente de su oficina dentro de una semana”
En resumen, el dispensacionalismo enseña que en la historia no existe tal cosa como un triunfo de Cristo y su Reino. El papel de los cristianos es en el mejor de los casos sonreír y resignarse, y con mayor probabilidad ser victimas y mártires. En este punto de vista pesimista, el mundo irá de mal en peor. El cristiano debe retirarse del mundo de la acción, en la comprensión de que no hay esperanza para este mundo, ninguna victoria mundial de la causa de Cristo ni rectitud y paz mundial. La Palabra Dios es inaplicable porque no hay ningún plan de conquista ni plan de triunfo en el nombre y poder de Cristo. En el mejor de los casos, la Palabra de Dios es un plan de moralidad privada, no para hombres y naciones en todos sus aspectos. No es sorprendente que el dispensacionalismo produzca una perspectiva retraída, alienada y obtusa, una iglesia en la cual los hombres no piensan en la victoria. El teólogo bíblico David Chilton compuso un epitafio para el dispensacionalismo, este es: "¡Predicamos la derrota, y la obtuvimos!"
Optimismo: Pero nuestro Señor dijo: “Negociad entre tanto que vengo” (Luc. 10:13) Dios creó al hombre para ejercer dominio sobre la tierra y para dominar todas las cosas en términos de la palabra de Dios, y Jesucristo restauró al hombre (siendo él mismo el postrer Adán) en este mandato, con la bendita seguridad de que nuestro “trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58) y que “mucho más reinaran en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia” (Rom. 5: 17)
El mensaje fundamental de la escatología bíblicamente correcta es la victoria, en el tiempo, en la tierra, en la historia. Una victoria abarcante, no simplemente una especie de victoria psicológicamente interna, de "sonrisas en nuestros rostros, gozo en nuestros corazones". Esta escatología es lo que en círculos teológicos se llama Postmilenialismo. También recibe otros nombres como Teología del Dominio o Reconstrucción Cristiana. El Postmilenialismo enseña que el llamado y deber del cristiano es ejercer los derechos de corona del Rey Jesús en todas las áreas de la vida. Cristo ha comprado a su pueblo de entre las naciones, no sólo para redimirles del pecado, sino para capacitarles para que cumplan el Mandato de Dominio original de Dios para el hombre. Como el segundo Adán, Cristo asigna a su nueva creación la tarea que Adán perdió (esta vez, sin embargo, sobre el inconmovible fundamento de su muerte, su resurrección, y su ascensión) La salvación tiene un propósito, “un salvar a, así como un salvar de”. Cristo ha hecho de su pueblo reyes y sacerdotes para nuestro Dios, y ha garantizado su destino: Reinarán sobre la tierra. Esto nos muestra la dirección de la historia: Los redimidos del Señor, ya una nación de reales sacerdotes, avanzan hacia el completo dominio que Dios ha planeado como su programa original para el hombre. En Adán, se había perdido; Cristo Jesús, el segundo Adán, nos ha redimido y nos ha restaurado a nuestro real sacerdocio, para que reinemos sobre la tierra. Por medio de la obra de Cristo, la victoria definitiva sobre Satanás ha sido ganada. Se nos prometen crecientes victorias, y creciente gobierno y dominio, al hacer que el evangelio y la ley del gran Rey produzcan frutos por todo el mundo.
El postmilenarismo ve la salvación como victoria en el tiempo y la eternidad, por consiguiente ve una responsabilidad del hombre de Dios para toda la vida. El postmilenarismo sostiene que se cumplirán las profecías de Isaías y de toda la Escritura. Las Escrituras no se han hecho inaplicables a la historia. Habrá victoria sobre Satanás, tal y como lo declaran en Génesis 3:15, Romanos 16:20 y Apocalipsis 12:9; y como lo proclamaban en Génesis 13, Génesis 28:14, Romanos 4:13, y toda la escritura, todas las familias de la tierra serán bienaventuradas. Se convertirán los pueblos de todas las lenguas, tribus y naciones, y la palabra de Dios prevalecerá y gobernará en todas partes de la tierra. Por lo tanto, hay necesidad de acción y una seguridad de victoria.

Benjamín Warfield, de Princeton, dijo: "Entonces, no debéis imaginar que Dios se sienta indefenso mientras el mundo, que él creó para sí mismo, se lanza, indefenso, a su destrucción, y que Él sólo puede arrebatar, aquí y allá, algún tizón del incendio universal. El mundo no le gobierna a Él en ninguno de sus actos: Él lo gobierna y lo conduce con mano firme hacia el fin que, desde el principio, o desde que se colocara la primera viga, Él había determinado para él.... A través de todos los años, se nota un propósito, un creciente propósito: más y más, los reinos de la tierra han venido a ser el Reino de nuestro Dios y de su Cristo. Puede que el proceso sea lento; a nuestros ojos impacientes, el progreso puede parecer que se demora. Pero es Dios el que está construyendo, y bajo sus manos, la estructura se levanta firme aunque lentamente, y a su debido tiempo, la cúspide será puesta en su lugar, y ante nuestros ojos atónitos, quedará revelado nada menos que un mundo salvado".

En el Circo Máximo de Nerón, el escenario de sus sangrientas y repugnantes matanzas de cristianos (por medio de las bestias salvajes, por crucifixión, por el fuego y por la espada) había un gran obelisco de piedra, mudo testigo de la valiente conducta de aquellos santos valientes que soportaron la tribulación y contaron todas las cosas como pérdida por amor a Cristo. Hace mucho tiempo, el bestial Nerón y sus secuaces pasaron de la escena a su recompensa eterna, pero el obelisco todavía permanece, y ahora está en el centro de la gran plaza en frente de la Basílica de San Pedro. Grabadas a cincel en su base aparecen estas palabras, tomadas del himno de triunfo de los mártires vencedores:

CHRISTUS VINCIT (Cristo vence)
CHRISTUS REGNAT (Cristo reina)
CHRISTUS IMPERAT (Cristo gobierna sobre todo)

Walter Vega.

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