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Oh Blanca Navidad Llegas...


Santa Claus, Mano de Piedra Durán.

Sí, en verdad existió el “Viejito Pascuero”.
No bajaba por las chimeneas, ni vivía en el Polo Norte, ni manejaba un trineo liderado por Rodolfo el reno. Pero la leyenda dice que repartía regalos de Navidad a todos los niños humildes de su obispado. Se llamaba Nicolás, y fue obispo de Myra. Por su noble labor se le reconoció como “San Nicolás”, y en otras partes del mundo se le llamó Santa Claus, Papa Noel o Viejito Pascuero. Sin embargo no solamente se caracterizó por ser un obispo bonachón que hacía regalos a los niños pobres, sino que también se destacó por su ortodoxia, es decir, por tener una doctrina sana y una fe inconmovible. Este obispo del siglo cuarto luchó junto al gran Atanasio contra la herejía del Arrianismo.


Esta herejía enseñaba que Jesucristo no era Dios. Fue San Nicolás de Myra y otros como él, quienes resistieron valientemente esta falsa doctrina y afirmaron la divinidad de Cristo en uno de los concilios más conocidos de la iglesia, el Concilio de Nicea (325 A.D.)

El concilio de Nicea fue una reunión convocada por el Emperador Constantino, donde la mayoría de los obispos de todo el mundo asistieron para debatir y dejar en claro las doctrinas de la Trinidad y también acerca de la divinidad de Jesucristo.
En este concilio (en términos generales) existían dos partidos religiosos. El partido “Arriano”, que negaba la divinidad de Cristo y que estaba compuesto por la mayoría de los obispos, y el partido ortodoxo, liderado por el obispo Alejandro y su discípulo Atanasio. Estos eran firmes creyentes en la doctrina de la Trinidad y de la divinidad de Cristo.
El líder del partido arriano se llamaba Arrio (de ahí el nombre “arriano”). Arrio fue un presbítero muy popular en Alejandría y fue el padre de la falsa doctrina que sostenía que Jesús no era coeterno ni coigual con Dios, sino que era una criatura de Dios.
Se cuenta que durante las sesiones del concilio de Nicea, los simpatizantes de Arrio gritaban burlonamente a coro “¡¡Hubo cuando no lo Hubo, Hubo cuando no lo Hubo!!”, queriendo decir que hubo un tiempo en que el Hijo de Dios, el Cristo, no existía, y si no existía no era eterno y si no era eterno, no era Dios.
Fue precisamente en medio de estos acalorados debates que salió a relucir la “ferviente” fe de “Santa Claus” o mejor dicho Nicolás de Myra. Según la leyenda, en un momento en que el debate ardió más que lo acostumbrado, Nicolás le propinó un puñete a Arrio en la mandíbula. ¡Así es! "Santa Claus" usó puñetes para defender la fe.

Esta no es exactamente la imagen que tenemos del tierno “Viejito Pascuero”. Al parecer no era un “apacible” obispo. Era un Martín Vargas, un Rocky, un Mike Tyson, un mano de piedra Durán…pero teológico.

¿Salvó Nicolás la Navidad? Eso no lo sabemos. Pero defendió la divinidad de Cristo en contra de una herejía satánica. Puede que su metodología no haya sido tan santa, pero sí ayudó a que la victoria se lograra sobre Arrio. Oremos para que podamos tener el espíritu de "San Nicolás", un defensor de la fe… Je,je,je

Más vale dar que recibir…¡¡pega pascuero pega!!

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